- Me pasa esto.
- Pero piensa en la suerte que tienes, en quienes no pueden. Piensa cuánta gente está peor, mucho peor.
-Sí, siempre hay gente que está peor. Eso no quiere decir que no deba atender mis necesidades, que lo mío no sea importante.
Mi mayor responsabilidad es cuidarme, ser fiel a mi camino. Es lo mejor que puedo hacer por mí y por el mundo entero. Nuestros caminos están conectados pero si no respetamos el propio, la red se contamina.
Si quieres que relativice, prefiero que me lleves a mirar las estrellas para reducir el zoom de mis problemas, no que me cargues de culpas que no me corresponden y sólo me nublan y me bloquean.
Agradezco de todas formas tu intención y la comprendo. Pero me libero y suelto lo que no es mío.
Fotografía - Alicia Petrashova
No podemos depositar en otrxs, la responsabilidad de cuidarnos. Es nuestro deber establecer nuestros límites, comunicar con claridad nuestras necesidades. No debemos esperar que los demás hagan el trabajo que nosotras mismas no nos permitimos. Seguramente no lo harán porque no es su camino, no les corresponde y además no lo entienden. Y aunque lo hicieran, lo harán de la forma que consideren. Lo que probablemente no se corresponda con lo que tú necesitas.
Nadie mejor que tú conoce el qué y el cómo. Déjate llevar por las señales de tu camino, por tu fuero interno. Tu camino es tuyo y de nadie más. No tienes que pedir permiso. Sí respetar. Pero eso empieza por respetarte a ti, esa es tu mayor responsabilidad. Se te ha dado una vida para gozarla y tomarla por las riendas. Si lo haces, el resto irá bien, vendrá sólo, será fácil. O cuanto menos sincero. Ponte al servicio de tu alma, hazle caso. Es a lo que has venido.
Partiendo de eso, podrás atender a todo lo que consideres oportuno y te darás cuenta de que realmente es mucho menos de lo que tu cabeza pretende.
El Mundo es un lugar inmenso repleto de luces y sombras. Acércate a la luz. Lleva siempre el amor contigo. Hay millones de fuegos que apagar. Nadie está preparadx para apagarlos todos. Cada cual tiene su cometido en la vida, nuestra responsabilidad es encontrarlo y serle fiel. Nada más. Y nada menos.
Todxs estamxs conectadxs, somos red. Pero no podemos atender al resto si no empezamos por nosotras mismas. Seamos tribu pero conectemos desde el corazón, no desde la obligación y el miedo. fotografía - Alicia Petrashova
Nadie mejor que tú conoce el qué y el cómo. Déjate llevar por las señales de tu camino, por tu fuero interno. Tu camino es tuyo y de nadie más. No tienes que pedir permiso. Sí respetar. Pero eso empieza por respetarte a ti, esa es tu mayor responsabilidad. Se te ha dado una vida para gozarla y tomarla por las riendas. Si lo haces, el resto irá bien, vendrá sólo, será fácil. O cuanto menos sincero. Ponte al servicio de tu alma, hazle caso. Es a lo que has venido.
Partiendo de eso, podrás atender a todo lo que consideres oportuno y te darás cuenta de que realmente es mucho menos de lo que tu cabeza pretende.
El Mundo es un lugar inmenso repleto de luces y sombras. Acércate a la luz. Lleva siempre el amor contigo. Hay millones de fuegos que apagar. Nadie está preparadx para apagarlos todos. Cada cual tiene su cometido en la vida, nuestra responsabilidad es encontrarlo y serle fiel. Nada más. Y nada menos.
Todxs estamxs conectadxs, somos red. Pero no podemos atender al resto si no empezamos por nosotras mismas. Seamos tribu pero conectemos desde el corazón, no desde la obligación y el miedo. fotografía - Alicia Petrashova
Sé que eres madre, médico, artista,
atleta y si hace falta, malabarista
que en una hora podrías ser psicóloga,
hacer un bizcocho y salvarnos a todos
de un naufragio.
Que todo lo que haces es cinco estrellas
que apenas te he visto nunca estar seria.
Y menos una lágrima, una queja, un lamento.
Sé que eres asombrosamente perfecta,
que eres bella por dentro y por fuera.
Y de verdad, todo eso me maravilla,
te admiro, eres mi gran suerte, me fascinas.
Pero te mentiría si no te dijera, mamá,
que lo siento pero yo
no aspiro a ser superwoman.
No aspiro más que a ser lo que soy
en el instante en el que existo.
Así, así de imperfecta.
Sé que me lo dices con cariño
desde tu afán por hacerlo siempre mejor.
¿Pero sabes?
No quiero sentirme culpable si no me da tiempo a hacer la cama alguna mañana
o si simplemente elijo no hacerlo.
No quiero sentirme culpable por priorizar mi descanso
a dejar los platos para lavar mañana.
No quiero sentirme mal por tener enredos
por estar débil, por no ser lo que otros esperan.
Por ir despeinada, despistada, desconjuntada
e incluso desaliñada.
Quiero hablarme con amabilidad.
Amarme y respetarme
establecer límites claros.
Aceptar mis heridas y besarlas todas,
porque sé que en el fondo eso me hace más fuerte y más humana.
Quiero poder pedir ayuda
cuando el cuerpo duda.
Cuando me ahogo, flojeo
o si veo que no puedo.
Porque sinceramente, a veces no puedo.
Y no pasa nada, está bien así.
Quiero respetar mi ritmo orgánico.
Permitirme no hacer nada si es lo que siento,
limitarme a ser, sentir lo que contemplo.
Enfrentarme al silencio.
Escucharme también.
No quiero sentirme mal si algo no ha salido como imaginaba,
sino tomarlo como una oportunidad para aprender y hacerlo mejor mañana.
Soy imperfecta y lo siento si no es lo que esperabas,
pero lo cierto es que me enorgullece serlo, poder permitirmelo.
Y la verdad, me encantaría que a veces tú también lo hicieras,
que te dejaras sostener por nuestros brazos cálidos, de veras.
Sé que es difícil pedirle a algo así a una superwoman.
Pero no pasa nada, está bien así.
Te quiero y te admiro con todo lo que eres
y te doy las gracias por traerme al mundo y darme cariño y el afán de ser mejor persona,
pero mejor a mí manera.
Así, perfectamente imperfecta.
Porque así es como debe ser,
o mejor dicho, como quiero que sea.
Fotografía: Alicia Petrashova
Mi corazón se traslada a mi sexo y laten quinientos caballos desbocados cabalgando sobre mis piernas, cascadas precipitándose en su galopar inundándolo todo sin mesura.
El cuerpo entero se estremece.
Máscaras de máximo dolor y gozo en una sola
como animal agonizante y a la par hermoso
preparado para parir un placer infinito
que me catapulta hacia nuestro ser más primitivo.
Una conexión directa con la madre naturaleza,
la tierra misma en mis agitadas venas;
más allá de las palabras, de la razón.
Una verdad más profunda que me habla
como si de pronto
mi sexo
abarcara toda la sabiduría del universo,
en esa parte tan íntima
como la flor que se abre con los primeros rayos del sol.
Me expando
me convierto en metamorfosis misma
en aleteo de mariposa
en todos los colores y formas
en estrella fugaz
en polen
en rayo de luz;
muero,
me transformo
y me reencarno
en mí.
En yo sin todas las capas
que había antes del placer,
en yo desnuda
de la forma en la que conocí el mundo
y el mundo me conoció;
desprovista de todo
y abrazando la inmensidad.
DENTRO DE MÍ
Por alguna razón
la naturaleza me ha dado ese poder
desmesurado, incontrolable, insaciable.
Quiero pensar que es algo bueno
aunque no haga más que ponerle trabas.
A las mujeres se nos dio ese regalo
y con las mismas, se nos arrancó de cuajo.
La censura azotando nuestras espaldas
con las fustas del patriarcado,
la frustración de quien no sabe escuchar
y aprisiona con etiquetas como grilletes:
princesa, virginal, casta, pura.
Y así se sienten más grandes,
ocultan sus miedos con nuestros barrotes.
Pero yo tengo esto
que no me cabe en el cuerpo
y quiere salir a flote,
saborear sus ilimitadas posibilidades
y hacerlo con orgullo.
De alguna forma,
que parece inscrita a fuego en nuestro ADN
con el yugo de generaciones de esclavitud,
parece que la opresión siempre estuvo ahí,
golpeando como un toro.
Aprendimos a ser nuestra propia policía
enmudeciendo el placer femenino,
ofreciéndolo a merced de otros,
transformándolo en pavor y no en gozo,
ataques de pánico que se hacen bola.
No verte, sentirte sola.
Pero sé
que no soy la única,
ni una entre miles.
Sé que somos manada aullando en silencio durante siglos
y que ahora empieza a sacar la cabeza
de este pozo de fango pesado y putrefacto.
Nuestro canto será tan fuerte
que sonreirá hasta la misma luna.
Vengo a ponerle fin a esta locura.
No pienso dejar que ni religiones, ni hombres, ni ideas, ni nada en el mundo
decida sobre lo único que es mío;
sobre este cuerpo que es mi hogar y mi templo,
sobre estos cimientos sagrados como un bosque de pinos.
Voy a darle la vuelta a lo que se me ha torcido,
volveré al centro, a la génesis, al principio de todo,
antes de que nublaran las capas.
No quiero ignorar este volcán que me habita,
quiero sentir la lava retorciéndome de gusto
pero solo hay soplidos para esta erupción que me invade
y me quedo bullendo hasta apagarla en silencio
y conformarme como siempre porque así es como debe ser
o eso me enseñaron desde antes de existir.
Pero ahora comprendo
que si alguien me ama
debe desearme libre
verme florecer
escuchar qué me ríe el cuerpo
enfrentarnos a lo desconocido
descifrar el mapa de interruptores diminutos para estallidos inmensos
crecer en mi apogeo y no apagarme
para sentirse más grande
sino encendernos
y en esa unión,
iluminar el mundo.
Fotografía: Rob.García.foto. |
No quiero que me ames
como a un tesoro.
Quiero que me ames piel
y me ames sangre.
No quiero que me ames menos
ni que me ames más.
Quiero que me ames con lo que soy.
De persona a persona.
Quiero que me ames sincero,
que me ames bonito.
Que nos hagamos agua.
Quiero que me ames mujer
que me ames persona
que me ames libre.
Contigo
y sin ti.
Quiero que me ames desde el silencio
y desde la voz.
Desde ti. Contigo.
Que me ames con tu ser y sepas cuidarlo.
Que me regales libertad reafirmándote en la tuya.
Que sigas definiéndote tú
mientras escribimos un nosotros
que dibujemos nuestros puntos de encuentro
y nos queramos también en los que nos separan.
Que no tengamos miedo a decir,
a afrontar el vértigo.
Quiero que te ames tanto,
que aún te queden toneladas de amor por compartir.
Que ser feliz no sea un pecado.
Que ser poeta no sea oscuro.
Quiero quitarme los zapatos
y palpar la piel de las plantas.
Olvidar lo que creo que me falta
y respirar lo que ya tengo a grandes tragos.
Quiero vida, quiero pulmón
Quiero tierra y olfato.
Quiero, lo que ya tengo al fin y al cabo.
Sólo preciso abrir los canales,
en esa dirección.
Fotografía: Alicia Petrashova |
Antes de quitarnos la ropa…
apaguemos la mente un rato.
Volvamos al sentir
de dos cuerpos
que se miran y encuentran.
Escuchemos sin juicio.
Latidos. Pájaro. Aliento.
Un coche que pasa.
Alguien que grita,
pero no importa.
Escuchemos.
Escuchemos con la lengua
y con las manos.
Escuchemos con los pelos
palpemos con los ojos.
Mordamos hasta los dedos de los pies.
Descubrámonos rincones perdidos
amplifiquemos el mapa
y que nos guíe el olfato.
Seamos animales salvajes
y tiernos a ratos.
Hagámonos agua.
Maullemos como gatos
emitamos el sonido del amor,
el que quiera que sea ese.
Aceptemos lo que se nos ofrece
sin las piedras del pasado.
Quién sabe lo que perdemos
si cedemos el instante al miedo
si estamos a una mínima parte de nuestro potencial
si nuestros cuerpos saben más que nuestra mente
y seguimos empeñados en tomar el control.
Hoy te propongo un trato;
Confiémonos al sentir
acércate un poquito
y antes de quitarnos la ropa,
apaguemos la mente un rato.
Lo demás ya viene sólo.
Fotografía: Alicia Petrashova
Nos enseñan a llenar el tiempo de todo
pero así es justo como se pierde.
Nos enseñan a medir, evaluar y compararnos incesantemente,
pero nuestra diversidad es precisamente nuestro tesoro.
Nos enseñan a clasificarnos. A todo lo que existe.
Como si se pudiera enmarcar en palabras,
el espectáculo que nos rodea.
Nos enseñan que hay un esquema a seguir:
colegio - carrera - trabajo - pareja - hijos - jubilación - muerte.
Nos enseñan a cumplir un orden
cuando sólo nos envuelve el caos,
donde lo estático es la muerte y la vida es el cambio.
Nos enseñan a planificar en lugar de escuchar,
cuando nunca sabemos lo que viene.
Nos enseñan a tomar el control
de algo que se escapa a la razón,
a querer atrapar lo intangible,
poseer lo que no tiene dueño.
Nos enseñan a buscar fama,
a tener amigos en redes
aunque los de verdad se desvanezcan
y también hasta nosotrxs mismxs.
Nos enseñan que el éxito reside en el “más”,
cuando lo que de verdad importa es tan poco.
Pero para encajar hace falta MÁS
dinero, más cosas, más likes, más viajes,
más títulos, más papeles, más sacrificio, más todo.
Cuando, ¿no es eso lo que nos hace MÁS pobres?
Nos enseñan a cultivar una imagen
amplificada en el escaparate de las redes
pero es ese personaje
quien nos aleja de ser persona.
Nos enseñan a ser individualistas
pero somos animal colectivo,
un todo conectado en sí mismo.
Nos enseñan a pensar en lo que falta
y olvidar lo que ya tenemos.
Nos enseñan a mirar el precio de todo
pero olvidamos su valor.
Nos enseñan un tiempo lineal
pero vivimos en un círculo eterno e infinito.
Nos enseñan a sentir culpa, miedo, ira,
a ser nuestra propia policía.
Nos enseñan a odiar pero somos puro amor.
Nos enseñan
o creíamos que nos enseñaban
pero señalaban en dirección contraria.
Y ahora,
ahora que todo se desmorona
y no tiene ningún sentido,
ahora que el telón de esta farsa se desploma
y se asoma nuestra persona…
Ahora,
ahora tal vez no quiera mirar lo que nos enseñan
sino lo que ven mis propios ojos
tal vez no quiera caminar donde señalan los carteles
sino donde caminan mis pasos.
Ahora, tal vez, quiera entender
a qué vinimos desde el principio.
Madre,
no me enseñaste a decir NO
porque a ti tampoco te lo enseñaron.
Ni a tu madre, ni a tu abuela,
ni tampoco a tu tatarabuela.
Ni a todas las que le precedieron
hasta el principio de los tiempos.
Madre, no me enseñaste a decir NO
porque tú misma no sabes decirlo.
Pero no debe ser tan difícil,
son sólo dos letras
contundentes y rotundas
como un muro.
ENE - O; NO.
La vida nos pone un sinfín
de situaciones para practicarlo
en las que tragamos, rehuimos
y nos escondemos donde nadie nos ve;
dejando al cuerpo a la deriva,
funcionando en piloto automático.
Pero ¡HOLA! ¡Estamos aquí!
Démonos la bienvenida
rompiendo este cascarón a patada limpia.
Brotemos de entre la ruinas
de este sepulcro de NOES
que pesan porque no han salido.
Escupamos los NOES a diestro y siniestro.
A quien pretenda invadirnos: NO,
un NO inmenso como un bosque de pinos.
A quien vomite en nosotras palabras envenenadas:
NO, un NO que limpie como agua bendita.
A quien nos manipule: NO,
un NO tan claro como un espejo.
A quien nos utilice: NO, ya basta.
A quien nos vacíe; NO,
como una muralla en llamas.
A quien nos absorba: NO,
como loba que protege a sus crías.
A quien nos contamine: NO,
a todos ellos, a todas ellas: NO.
Bajo ningún concepto. NO.
Mis límites son sagrados e infranqueables,
no debemos olvidarlo.
Nuestro escudo es un gran NO
que rebota todo lo tóxico.
Aunque eso suponga decepcionar,
aunque suponga, no cumplir expectativas
aunque suponga soledad.
Pero realmente pienso
que a quien le aleja este NO,
poderoso y necesario,
es porque NO tiene que estar.
Y agradezco que se vaya
y deje solo el aprendizaje
de lo que NO quiero,
de lo que no me hace bien.
Si vienes a sumar, a darme amor,
luz y comprensión;
bienvenido, bienvenida a mi hogar.
Si vienes a romperme, lo siento,
pero has venido al lugar equivocado.
Tal vez no hayas leído el cartel que hay en la puerta.
No es difícil, son sólo dos letras,
contundentes y rotundas como un muro;
ENE, O: NO.
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